El basilisco o fasilisco de la mitologia chilota es una criatura mitad gallo y mitad culebra. Posiblemente su origen se deba a la unión del mito del basilisco de la mitologia griga, y del colo colo de la mitología mapuche.
Es una criatura que parece una mezcla entre un ave y un reptil; tiene cabeza de gallo con una cresta roja, y un cuello largo como el cuerpo de una serpiente. Su cuerpo es igual al del gallo pero muy pequeño, con pequeñas alas y patas, por eso sólo puede moverse arrastrándose.
Nace en un gallinero, de un pequeño huevo redondo de cáscara gruesa y rugosa (aproximadamente de un centímetro de diámetro), de color blanco grisáceo, llamado huevo lloilloy o huevo lloe, que fue puesto e incubado por un gallo. Si no se elimina, a las pocas semanas se convierte en un basilisco.
En el día, el basilisco chilote vive debajo de la casa del dueño del gallinero, y en la noche sale de su escondite mientras todas las personas duermen. En ese momento emite un canto hipnótico similar al canto del gallo, que provoca que las personas se mantengan dormidas. Luego de cantar, se mete en las habitaciones para poder alimentarse, al absorber el aliento y succionar la saliva de los que duermen. La persona afectada pierde las ganas de alimentarse, por ello va enflaqueciendo cada vez más y más, y su rostro se empieza a poner pálido. Con el paso del tiempo, aparece una fuerte y persistente tos y su respirar se hace cada vez más dificultoso, y finalmente muere. Lo mismo sucede con cada uno de los habitantes de la casa.
Para deshacerse de él, se debe quemar el huevo inmediatamente, y matar al gallo que lo puso para que no siga haciéndolo. Pero si rompe el cascarón, la única forma de eliminarlo sería prenderle fuego a la casa en donde ataca.
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